Tras el ángelus del domingo, Francisco junto a dos niños liberó dos
palomas blancas desde su ventana del Palacio Apostólico para pedir la paz.
Pocos instantes después, las palomas fueron atacadas por un cuervo negro y
por una gaviota. La historia tiene final feliz: consiguieron
liberarse de sus atacantes y volar libres.
Una escena similar se produjo el año pasado cuando Benedicto XVI
también soltó palomas desde la ventana del Palacio Apostólico.
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