"Todos somos tentados, porque la
ley de la vida espiritual, de nuestra vida cristiana, es una lucha: una lucha.
Porque el príncipe de este mundo -- el diablo -- no quiere nuestra santidad, no
quiere que nosotros sigamos a Cristo. Alguno de ustedes, tal vez, no sé, podría
decir: 'Pero, Padre, ¡qué antiguo es usted: hablar del diablo en el Siglo XXI!'.
Pero ¡miren que el diablo existe! El diablo existe. ¡También en el Siglo XXI! Y
no debemos ser ingenuos, ¡eh! Debemos aprender del Evangelio cómo se hace para
luchar contra él".
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