En el año 1948 el sacerdote italiano Zeno Saltini fundó Nomadelfia. Una ciudad
formada por familias que acogen como hijos propios a niños abandonados.
Tienen un carisma muy particular. Viven como las primeras comunidades cristianas de Jerusalén. Aquí
no existe la propiedad privada y se comparten todos los bienes.
El padre Ferdinando es el sucesor de
Zeno Saltini, el sacerdote que asiste a la comunidad.
P. FERDINANDO
Nomadelfia
"Nomadelfia quiere decir: "En
donde la ley es la fraternidad”. Es decir, que vivir la fraternidad no es un
romanticismo. Es estar uno junto al otro, respetarse, compartir todo lo que se
tiene y poner los dones y características personales al servicio de todos”.
Los "nomadelfios” fundaron su
principal comunidad en las cercanías de Grosseto, en el centro de Italia. En
Roma tienen otra más pequeña dedicada a la acogida de peregrinos. Entre las dos
suman unas 50 familias, más de 300 personas.
Aquí vive Donatella. Sus abuelos
fueron de los primeros matrimonios que ayudaron al fundador. Ella nació en
Nomadelfia y aquí ha fundado su propia familia. Tiene 12 hijos, algunos
adoptados. Vive junto con otras tres familias. Entre
todos educan a los pequeños y se reparten las tareas del hogar.
DONATELLA
Nomadelfia
"En Nomadelfia los hijos no son
obligados a quedarse en la familia y vivir así toda la vida. Es una vida que
pueden elegir. Uno debe sentir una llamada, una vocación”.
P. FERDINANDO
Nomadelfia
"Se aprende que para ser de verdad
nosotros mismos necesitamos estar rodeados de los demás, porque uno sabe quién
es y cuánto vale si tiene junto a sí a otras personas”.
DONATELLA
Nomadelfia
"Por la mañana nos levantamos
primero los mayores y después los niños. Desayunamos un poco así... rápido y
después los niños van al colegio. Nos repartimos las materias y nos vamos
alternando. Quien no trabaja en el colegio está en la cocina o en la
lavandería. Limpiamos todo juntos y también comemos juntos”.
El padre Ferdinando y una de las
primeras mujeres que siguió al sacerdote Zeno Saltini se reunieron con el Papa Francisco. Allí le
explicaron su carisma y recibieron su bendición.
Juan Pablo II visitó Nomadelfia en mayo
de 1989, bautizó a un bebé y alabó su espíritu de fraternidad. Les dijo que
le recordaba al ambiente descrito en los Hechos de los Apóstoles y que son un
testimonio para el mundo "a veces hostil y alejado de la fe” .
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