
La palabra matrimonio procede de dos palabras romanas: "matris" y "munio". La primera significa "madre", la segunda "defensa". El matrimonio es la defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre, el mayor y más sublime oficio humano.
Cada palabra tiene su significado propio. Una compraventa gratuita no es una compraventa, sino una donación. Y una enfiteusis por cinco años no es una enfiteusis, sino un arriendo vulgar.
Llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo me parece como poco serio. Jurídicamente, un disparate. De carcajada. Que le llamen "homomonio", "chulimonio", "seximonio", lo que quieran, todo menos matrimonio, que ya está inventado hace tiempo. Nadie llama tarta de manzana a la que está hecha de peras.
Lo curioso es que cuando dices cosas como estas, algunos te miran como extrañados de que no reconozcas la libertad de las personas. Y por más que les dices que sí, que respeto la libertad de todos, que cada uno puede vivir con quien quiera, incluso con su perro, pero que eso no es un matrimonio, van y me llaman intolerante.
No sé lo que harán
los parlamentarios españoles(o
dominicanos) a la hora de votar. Son políticos, no juristas. Votarán por
razones políticas, no según Derecho. Las consecuencias son graves. Si un varón
tiene derecho a casarse con otro varón y una mujer a hacerlo con otra mujer,
¿le vas a negar el derecho a un hermano a casarse con su propia hermana? ¿O a
un padre a hacerlo con su hija? ¿No tienen el mismo derecho? La sociedad se
quiebra. Huele a podrido. Como en Dinamarca.
Autor: R.P. José
Carlos Areán,
0 comentarios :
Publicar un comentario