miércoles, 28 de mayo de 2014

El Pontífice ha explicado que "salir, marchar, no quiere decir olvidar".


La Iglesia en salida guarda la memoria de lo que sucedió aquí, el Espíritu Paráclito le recuerda cada palabra, cada gesto, y le revela su sentido", lo ha afirmado el Santo en la homilía de la eucaristía de esta tarde, 26 de mayo, en la sala superior del Cenáculo. La misa ha sido concelebrada por los Ordinarios de Tierra Santa y los eclesiásticos del séquito papal pero no se ha podido contar con presencia de fieles debido a las dimensiones limitadas del lugar.


Al inciar la homilía el Papa ha agradecido a los patriarcas católicos su presencia en esta peregrinación así como les ha asegurado su oración por ellos. A continuación, el Santo Padre ha recordado que se encuentran en el lugar donde "Jesús consumó la Última Cena con los Apóstoles; donde, resucitado, se apareció en medio de ellos; donde el Espíritu Santo descendió abundantemente sobre María y los discípulos". Por ello ha afirmado que aquí nació la Iglesia, y nació en salida. "Desde aquí salió, con el Pan partido entre las manos, las llagas de Jesús en los ojos, y el Espíritu de amor en el corazón", ha indicado.

El Pontífice ha explicado que "salir, marchar, no quiere decir olvidar". El Cenáculo -ha proseguido- nos recuerda el servicio, el lavatorio de los pies, que Jesús realizó, como ejemplo para sus discípulos. Así, ha subrayado el Papa que "lavarse los pies los unos a los otros significa acogerse, aceptarse, amarse, servirse mutuamente. Quiere decir servir al pobre, al enfermo, al excluido, al que me resulta antipático, al que me molesta".

Por otro lado, "el Cenáculo nos recuerda, con la Eucaristía, el sacrificio. En cada celebración eucarística, Jesús se ofrece por nosotros al Padre, para que también nosotros podamos unirnos a Él, ofreciendo a Dios nuestra vida, nuestro trabajo, nuestras alegrías y nuestras penas..., ofrecer todo en sacrificio espiritual".

Asimismo, Francisco afirma que el "Cenáculo nos recuerda la amistad", al explicar que el Señor "nos hace sus amigos, nos confía la voluntad del Padre y se nos da Él mismo. Ésta es la experiencia más hermosa del cristiano, y especialmente del sacerdote: hacerse amigo del Señor Jesús".

El Cenáculo recuerda también la despedida del Maestro y la promesa de volver a encontrarse con sus amigos, "Jesús no nos deja, no nos abandona nunca, nos precede en la casa del Padre y allá nos quiere llevar con Él", ha indicado el Pontífice.

Pero, el Santo Padre ha advertido que el Cenáculo recuerda también la mezquindad, la curiosidad, la traición. "Y cualquiera de nosotros, y no sólo siempre los demás, puede encarnar estas actitudes, cuando miramos con suficiencia al hermano, lo juzgamos; cuando traicionamos a Jesús con nuestros pecados", ha matizado Francisco. 

Para finalizar, el Obispo de Roma ha señalado que el Cenáculo recuerda al nacimiento de la nueva familia, la Iglesia, nuestra Santa Madre Iglesia Jerárquica, constituida por Cristo resucitado, cuya Madre es la Virgen María. A esta gran familia -ha indicado el Papa- están invitados y llamados todos los hijos de Dios de cualquier pueblo y lengua, todos hermanos e hijos de un único Padre que está en los cielos.


"De aquí parte la Iglesia en salida, animada por el soplo del Espíritu. Recogida en oración con la Madre de Jesús, revive siempre la esperanza de una renovada efusión del Espíritu Santo", ha concluido el Papa.

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