Cuando entró en la Iglesia de
Getsemaní, para reunirse con los sacerdotes, religiosos y seminaristas de la
Tierra Santa, en la penúltima etapa de su peregrinación, el Papa Francisco rezó
en la piedra que, según la tradición, recogió las lágrimas y las gotas de sudor
mezcladas con la sangre de Jesús en el Huerto de los Olivos, antes de ser
arrestado. En su discurso, el Papa invitó a todos los consagrados a no dejarse
"vencer por el miedo y la desesperación", porque Jesús "nunca
nos deja solos". En este lugar, dijo, preguntémonos ¿quién soy yo ante mi
Señor que sufre". Soy, dijo el Papa, "de los que se duermen, huyen o
le reniegan por temor?" Hay "quizás en mí -añadió- la doblez, el
engaño del que fue ...
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