Jesús, delante del Padre, ¡nunca acusa! Al contrario:
¡defiende! Es el primer Paráclito. Después nos envía al segundo, que es el
Espíritu Santo. Él es el defensor: está delante del Padre para defendernos de
las acusaciones. ¿Y quién es el acusador? En la Biblia, se llama 'acusador' al
demonio, a Satanás. Jesús juzgará, sí: al final del mundo, pero mientras tanto
intercede, defiende. Juan lo dice tan bien: "¡No pequen, por favor!. Pero
si alguno peca, piense que tenemos un abogado que nos defiende delante del
Padre". Si nosotros queremos ir por el camino de Jesús, más que acusadores
tenemos que ser defensores de los otros delante del Padre. Yo veo una cosa fea
en otro, ¿voy a defenderlo? ¡No!
¡Quédate ...
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