En los periódicos leemos muchas veces: ah, fue llevado al
tribunal aquel político que se ha enriquecido mágicamente. Estuvo en el
tribunal, fue llevado a la corte aquel jefe de empresa que
"mágicamente" se ha enriquecido, es decir, por la explotación de sus
trabajadores. Se habla demasiado de un prelado que se ha enriquecido mucho y ha
dejado su deber pastoral para cuidar su poder. Así, los corruptos políticos,
los corruptos de los negocios y los corruptos eclesiásticos. Están por todas
partes. Y tenemos que decir la verdad: la corrupción es precisamente el pecado
más a la mano, que tiene aquella persona con autoridad sobre los demás, sea
económica, sea política, sea eclesiástica. Todos somos tentados ...
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