En medio de un mundo que ha relativizado el amor, que vive
erotizado y que ha convertido toda celebración en una maquinaria comercial, la
Iglesia Católica recuerda hoy al mártir San Valentín y a los santos hermanos
Cirilo y Metodio, Co-patronos de Europa.
La mayor parte de noticias que de San Valentín romano han
llegado hasta nosotros proceden de unas actas apócrifas; por esta causa se hace
difícil conocer con exactitud su vida e incluso distinguir entre los hechos que
realmente le pertenecen y los de las vidas de otros varios santos que llevan su
mismo nombre y que la iglesia desde muchos siglos venera también como mártires.
Reseñaremos los que se le atribuyen unánimemente. San
Valentín fue un sacerdote que con San Mario socorría a los mártires de la
persecución del emperador Claudio II. Este emperador, decidió prohibir la
celebración de matrimonios para los jóvenes, porque en su opinión los solteros
sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras. El sacerdote
consideró que el decreto era injusto y desafió al emperador. Celebraba en
secreto matrimonios para jóvenes enamorados (de ahí se ha popularizado que San
Valentín sea el patrón de los enamorados).
Según cuenta la tradición
el emperador Claudio dio entonces orden de que encarcelasen a Valentín.
Lo mandó a que lo golpearan con mazas y
después lo decapitaran. Entonces, el oficial Asterius, encargado de
encarcelarle, quiso ridiculizar y poner
a prueba a Valentín. Le retó a que devolviese la vista a una hija suya, llamada
Julia, que nació ciega. Valentín aceptó y en nombre del Señor, le devolvió la
vista.
Este hecho convulsionó a Asterius y su familia, quienes se
convirtieron al cristianismo. De todas formas, Valentín siguió preso y el débil
emperador Claudio finalmente ordenó que lo martirizaran y ejecutaran el 14 de
Febrero del año 270. La joven Julia, agradecida al santo, plantó un almendro de
flores rosadas junto a su tumba. De ahí que
el almendro sea símbolo de amor y amistad duraderos.
Los restos mortales de
San Valentín se conservan actualmente en la Basílica de su mismo nombre, que
está situada en la ciudad italiana de Terni (Italia). Cada 14 de febrero se
celebra en dicho templo, un acto de compromiso por parte de diferentes parejas
que quieren contraer matrimonio al año siguiente.
Entre el pueblo, el día de San Valentín está considerado como
«día de la suerte», sobre todo en Alemania; y en Francia, Bélgica, Inglaterra y
especialmente América, como «día de los enamorados», en que éstos se hacen
promesas, felicitaciones y regalos. Esta costumbre y aquella supersticiosa
idea, obedecen a diversos orígenes folklóricos y también al prestigio popular
del Santo como milagrero.
La fiesta de San Valentín fue declarada por primera vez
alrededor del año 498 por el Papa Gelasio I. Se especula que la creación de esta festividad puede
haber sido un intento de eliminar la celebración de las Lupercales, Era una costumbre pagana de que los jóvenes
sacaran por suerte nombres de jovencitas, en honor de la diosa del sexo y la
fertilidad llamada Februata Juno, se celebra
el 15 de este mes, algunos pastores substituyeron esta costumbre,
escribiendo nombres de santos. Así con el tiempo la fiesta sería cristianizada
y se celebraba en vez San Valentín.
La festividad fue relegada del calendario eclesiástico en el
año 1969 como parte de un intento para eliminar santos de origen posiblemente
legendario, aunque sigue siendo celebrada localmente por algunas parroquias.
Patrón de los
enamorados
La fiesta de San Valentín recuerda que el auténtico amor va
bastante más allá de un sentimiento, ya que es esencialmente una opción de la
voluntad expresada en la entrega y el sacrificio que no "mide"
consecuencias.
Como dice el Papa Benedicto XVI en su encíclica Deus Caritas
Est (Dios es Amor), el amor "es ocuparse del otro y preocuparse por el
otro. Ya no se busca a sí mismo, sumirse en la embriaguez de la felicidad, sino
que ansía más bien el bien del amado: se convierte en renuncia, está dispuesto
al sacrificio, más aún, lo busca".
El amor de Dios reina en el corazón de todos los santos, pero
hay uno que tiene la dicha de ser el patrón de los enamorados: San Valentín.
Según dice una tradición, San Valentín arriesgaba su vida para casar
cristianamente a las parejas durante el tiempo de persecución. Por fin entregó
su vida en el martirio, que es la máxima manifestación del amor. Que el AMOR de
este santo sacerdote por Jesucristo y por defender el Sacramento del Matrimonio
nos inspire a elevar el amor humano a las alturas del amor divino para el cual
fuimos creados. Los cristianos debemos aprovechar esta fiesta para recuperar el
sentido cristiano del amor y del matrimonio a la luz de Cristo.
Fuentes: ACI prensa
Catholic.net
Dos Corazones
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