El miércoles de ceniza marca el comienzo de la Cuaresma. El
Papa presidió la procesión desde la iglesia de San Anselmo hasta la basílica de
Santa Sabina, ambas en el monte Aventino. Le acompañaron varios cardenales y
obispos.
La Cuaresma es un tiempo de conversión y el Papa insistió en
que esta no sea superficial o transitoria. También recomendó pedir el "don
de las lágrimas” recalcando que los hipócritas no lloran.
FRANCISCO
"Nos hará bien preguntarnos, "¿Lloro?, ¿el Papa
llora?, ¿los cardenales lloran?, ¿los religiosos?, ¿los sacerdotes?, ¿el llanto
está en nuestra oración?”
De acuerdo con la lectura del Evangelio, advirtió de la
tentación de presumir después de rezar, ayunar o hacer limosna.
FRANCISCO
"Cuando se hace algo bueno, casi instintivamente nace en
nosotros el deseo de ser queridos y admirados por esta buena acción, para
sentir una satisfacción. Jesús nos invita a cumplir estas obras sin hacer
ninguna ostentación y confiar únicamente en la recompensa del Padre”.
Impusieron al Papa la ceniza antes de que él la impusiera a
los obispos y cardenales. Es un gesto que señala que los cristianos son
criaturas limitadas, como explicó Francisco.
También subrayó la necesidad de estar dispuestos a dejarse
perdonar por Dios para vivir una auténtica Cuaresma.
Junto a algunos miembros de la curia, también estuvieron
presentes en la Misa diplomáticos y el presidente de Panamá con su familia.
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