"Aquellos
cristianos que tienen un tiempo de adagio-lamentoso, que viven siempre así,
quejándose de todo, tristes, no le hacen un favor ni al Señor ni a la
Iglesia... Éste no es el estilo del discípulo. San Agustín dice a los
cristianos: '¡Anda, va adelante, canta y camina!'. Con alegría: y ese es el
estilo del cristiano. Anunciar el Evangelio con alegría. Y el Señor lo hace
todo. En cambio, la excesiva tristeza, esta excesiva tristeza, también la
amargura nos lleva a vivir un, por así decirlo, cristianismo sin Cristo: la
Cruz vacía a los cristianos que están ante el Sepulcro llorando, como la
Magdalena, pero sin la alegría de haber encontrado al Resucitado".
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