EL VALOR DE LA VIDA POLÍTICA
I.
Introducción
1.
En este 170
aniversario de nuestra Independencia Nacional y teniendo como marco de referencia
el testimonio y los ideales del Ilustre Patricio Juan Pablo Duarte, figura principal de la misma, Duarte
decía que después de la filosofía era la ciencia más noble[1],
y haciendo nuestra sus señeras palabras tan actuales en estos momentos, como si
el tiempo se hubiera detenido, cuando al ver la situación de su país, expresaba
con entereza y firmeza: “nunca me fue tan necesario, como hoy, el tener salud,
corazón y juicio, hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la
salud de la Patria”[2].
II.
¿Qué es la
política?
La palabra
política viene del griego polis que es igual a ciudad, patria o estado, y significa
“el arte de gobernar la ciudad”; por tanto es la ciencia y el arte de buscar el
bien común o bien de todos.
El Concilio Vaticano II va justamente en la misma
dirección al decir “que la comunidad política nace para buscar el bien común, en el que encuentra su
justificación plena y sentido, y del que deriva su legitimidad primigenia y
propia”[3].
III.
Fe y compromiso político
La
exhortación más contundente y clara acerca del compromiso político de los
cristianos nos lo da el Concilio Vaticano II cuando afirma: “quienes son o
pueden llegar a ser capaces de ejercer ese arte tan difícil y tan noble que es
la política, prepárense para ella y procuren ejercitarla con olvido del propio
interés y de toda ganancia venal. Luchen con integridad moral y con prudencia
contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo de
un solo hombre o de un solo partido político; conságrense con sinceridad y
rectitud, más aún, con caridad y fortaleza política, al servicio de todos”[4].
Por otra parte, es bueno advertir y hacer
conscientes a los cristianos que entran a la vida política, que ésta tiene dos
grandes tentaciones:
El poder, que siendo un servicio, tiende a
corromper. Si analizamos nuestra vida democrática de los últimos 50 años, nos
daremos cuenta que la corrupción se ha hecho presente en casi todos los
gobiernos que hemos tenido.
Los políticos, en las distintas esferas políticas y
sociales, están siempre amenazados por lo que llamamos “la erótica del poder”;
eso quiere decir, que lo que es un medio para servir, se puede convertir en un
fin para provecho personal.
IV.
La política en la
Doctrina Social de la Iglesia
Hay muchos textos en el Antiguo Testamento que
expresan el querer de Dios que es el amor a los necesitados. El texto por
excelencia y paradigmático es el capítulo 3 del Éxodo, donde Dios escoge a
Moisés como instrumento para liberar a su pueblo, con esas palabras tan claras
y precisas Moisés “he visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas
contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a
librarlos…” (Ex
3,7-10). Aquí Dios se revela como el Dios cercano al pobre,
el Dios de la historia, el Dios liberador.
Jesús no se hace esperar y presenta un mensaje mucho
más radical que el de los profetas, centrando su enseñanza en el amor a Dios y
al prójimo. Comienza su ministerio apelando a Isaías 61,1ss, donde éste daba
las señales precisas de la
llegada del Mesías (cfr. Lc 4,17-19), y añade:
“hoy se cumple esta profecía que ustedes acaban de escuchar” (Lc 4,21). Luego indica: “…los ciegos ven, los paralíticos caminan,
los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena
Noticia es anunciada a los pobres” (Lc 7,22).
Jesús llamó y llama hoy a un compromiso de
servicio y de solidaridad con los más
pobres y los excluidos de la sociedad, tal como él lo hizo, que llamó a
humildes, a los enfermos, a los sin títulos para elevarlos a la categoría de
hijos de Dios, cuyo valor no está en lo que posean, ni en la escala social que
ocupen, sino en su propia persona.
V.
El valor de la vida
política
Recordemos que los líderes y los grupos políticos
suelen moverse y actuar guiados por ideas, opiniones, valores, intereses
individuales y grupales, y actitudes o
ideologías; que a la vez son las que definen el tipo de sociedad que buscamos y
queremos construir. Estos pueden ser criterios que pueden ayudar al ciudadano a
identificar a los partidos y a los líderes, para saber así los valores que
encarnan para beneficio de la sociedad.
VI.
Vivencia y
testimonio de algunos políticos
Hoy como nunca necesitamos políticos , que devuelvan
la esencia a la política como ciencia del bien común; que piensen más en el
bienestar de la Nación y no tanto en el poder o en los bienes que éste puede
dar. Que dejen de lado el neoliberalismo con su economía de mercado que sólo ha
servido para excluir a grandes mayorías; que tengan el coraje de decirle a la
gente que a un pueblo sólo lo salva el mismo pueblo, con el orden, la
disciplina y el trabajo. Que ayuden a superar esa mentalidad hedonista,
consumista e individualista; o bien, lo que llamó el Papa Benedicto XVI “la
dictadura del relativismo”[5];
que deja fuera cualquier referencia ética, porque la única preocupación es el
deseo del goce inmediato, el deseo de marca, de dominio y de poder.
VII.
Orientaciones
Prácticas
Hace falta un proyecto de nación consensuado por
todos los partidos políticos y las fuerzas vivas de la Nación, donde se
prioricen aquellos elementos que contribuyan mejor al progreso y a la paz
social. Para esto ha de ser tomado en cuenta el diálogo nacional ya iniciado.
Es urgente la aprobación de la Ley de partidos políticos que deje de lado el
aspecto clientelar y tenga como orientación fundamental del bien común; debe
priorizarse la educación cívica y política
en las escuelas y en la población; que se independicen y se separen de
verdad los poderes del Estado. Si esto se hace así, el pueblo que es muy sabio
y sabe muy bien que el país es de todos y todos tenemos que ayudar a
construirlo, entonces se pondrá de pie y de ese modo se hará el país y la
sociedad que todos queremos y deseamos.
Para esa toma de conciencia sería bueno que
observemos los siguientes elementos:
a)
Cumplir y acatar la
Constitución; respetar los convenios internacionales, que no contravengan
nuestra Constitución y las leyes que nos rigen; cumplir y hacer cumplir las
leyes y las decisiones legítimas de las autoridades competentes; y, respetar
los derechos de los demás, tanto en la familia, el trabajo y en la convivencia
social.
b)
Defender la integridad
territorial del país. Eso conlleva tener sentido patriótico, defender y cuidar
la nación, sin que en ningún caso se violen o vulneren los derechos de ningún
ciudadano; interesarse por estudiar nuestra historia y geografía; valorar a los
próceres, respetar los símbolos patrios: la Bandera, el Himno Nacional y a los
Padres de la Patria; pero sobretodo siendo ciudadanos ejemplares, honrados y
respetables.
c)
Promover el bien
común y el interés general por encima del interés particular (individualismo);
de ahí la necesidad de que cada uno haga un esfuerzo por vivir y colaborar con
el orden, el trabajo y el ahorro; que los jóvenes inviertan tiempo en su
formación y los padres no escatimen esfuerzo por dotar a sus hijos de la mejor
herencia que es su capacitación moral y profesional.
d)
Combatir cualquier
acto de corrupción, de delincuencia y de inseguridad; cambiar la cultura
permisiva y del espectáculo, por una cultura de vida con sentido ético, donde
cada quien se responsabiliza de su vocación o profesión, comenzando con los
padres de familia, los maestros y maestras, los funcionarios públicos que,
basados en la fraternidad, deben servir al bien común y manejar con ética y
pulcritud los bienes públicos en procura del desarrollo y la paz social.
·
Conclusión Muy importante es la participación o el apoyo de todos los ciudadanos
en los movimientos de reivindicaciones sociales, creando corrientes de
solidaridad, para exigir a los administradores del Estado, un manejo pulcro en
las negociaciones de los bienes del pueblo y en beneficio de la Nación. Vale
decir lo mismo frente a aquellas demandas de los bienes y servicios que se
deben ofrecer a la población, especialmente las que van en beneficio de los más
vulnerables. Ya en nuestra República tenemos buenos ejemplos de estas luchas
que son del pueblo. Tal es el caso de la conquista del 4% del PIB para la educación,
el rechazo a la instalación de una cementera que afectaba la ecología en las
inmediaciones del Parque Nacional de los Haitises, la revisión del contrato con
la Barrick Gold Pueblo Viejo, y la defensa de Loma Miranda, la cual esperamos
de las autoridades sea declarada por ley parque Nacional. Todo esto es otra
manera de participación e incidencia política, desde la conciencia ciudadana y
no necesariamente desde los partidos políticos.
Que la Virgen de la Altagracia nos proteja para que,
guiados por los ideales de nuestros Padres de la Patria e iluminados por el
Espíritu del Resucitado, tomemos en serio nuestra vocación política, luchemos
por el bien común y construyamos entre todos una República Dominicana más
humana y solidaria.
Santo Domingo, 27 de febrero del 2014, año 170 de la
Independencia de la República Dominicana.
[1] Cfr. José María Serra, Apunte para la Historia de los Trinitarios,
Santo Domingo 1887.
[3] Concilio Vaticano II,
Const. past. Gaudium et spes, n.
74.
[5] Benedicto XVI, Alocución en Roma
(el 4 de Junio del 2005).
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