Desde el inicio de su pontificado Francisco ha denunciado con contundencia la
llamada esclavitud moderna y el tráfico de personas.
FRANCISCO
"Quisiera agradecer a los que
trabajan con los emigrantes, acogiéndolos, acompañándoles en sus momentos
difíciles, defendiéndolos de aquellos que el beato Scalabrini definía:
"¡mercaderes de carne humana!” que quieren esclavizar a los emigrantes”.
De hecho, incluso promovió la "Jornada Internacional de oración y reflexión contra la trata
de personas” que se celebró por primera vez el febrero. En esa
ocasión pidió a los gobiernos que actúen y también pidió el compromiso de cada
cristiano para combatir este drama.
FRANCISCO
"Que cada uno de nosotros se
sienta comprometido en ser voz de nuestros hermanos y hermanas, humillados en
su dignidad”.
Hoy 30 de julio es el Día Mundial
contra la Trata y las cifras de personas víctimas de esta lacra reflejan la
magnitud global del problema.
Según el Servicio Jesuita a
Migrantes, el tráfico de personas está creciendo hasta
el punto de que mueve tanto dinero como el tráfico de drogas y armas.
Las mujeres y los niños son las
principales víctimas. Se estima que cada año medio millón de mujeres llegan a Europa
engañadas para ser explotadas sexualmente. Quienes les hacen esas falsas
promesas de prosperidad y futuro reciben hasta 500 dólares por mujer engañada.
UNICEF estima que hay 2 millones de niños sometidos a
la prostitución. Pero los niños también son explotados con
otros fines como el tráfico de órganos o como soldados en conflictos armados.
Otra preocupante forma de explotación
en auge es la laboral. Según la Organización Mundial del Trabajo hay casi 21
millones de personas obligadas a desempeñar trabajos casi forzosos bien el sector
textil, en la construcción o en el servicio doméstico.
El Vaticano, por deseo del
Papa Francisco, se está uniendo con numerosas
iniciativas a la lucha global contra estos crímenes. La última
fue hace apenas una semana cuando más de 65 alcaldes del mundo se
comprometieron a luchar en sus ciudades contra la esclavitud moderna.
Suscribieron un acuerdo que también firmó el Papa Francisco.
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