Durante su homilía matinal de este
jueves en Casa Santa Marta, el Papa ofreció un negro panorama del
estado actual de mundo. Mientras se acerca la Navidad, el mundo permanece en
guerra, dijo Francisco.
FRANCISCO
"Una guerra puede ser justificada
-es un decir- por muchas, muchas razones, pero cuando, como ahora, todo el
mundo está en una guerra por partes, -aquí, allí y en todos los sitios- no hay
justificación y Dios llora. Jesús llora”.
El Papa dijo que a pocos días del
Jubileo de la Misericordia, los cristianos deben pedir una "conversión del
corazón” y que el mundo pueda darse cuenta delprofundo coste de la guerra.
EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)
"Pero también hoy Jesús llora.
Porque nosotros hemos preferido el camino de las guerras, el camino del odio,
el camino de las enemistades. La Navidad está cerca: habrá luces, habrá
fiestas, árboles iluminados, también pesebres… todo falsificado: el mundo sigue
haciendo la guerra, sigue haciendo las guerras. El mundo no ha comprendido el
camino de la paz”
"¿Qué queda? Ruinas, miles de
niños sin educación, tantos muertos inocentes: ¡tantos!, y tanto dinero en los
bolsillos de los traficantes de armas. Una vez Jesús dijo: "No es posible
servir a dos patrones: o a Dios, o las riquezas”. La guerra es precisamente la
elección por las riquezas: "Construyamos armas, así la economía se
equilibra un poco, y vamos adelante con nuestro interés”. Hay una palabra fea
del Señor: "¡Malditos!”. Porque Él ha dicho: "¡Bienaventurados los
constructores de paz!”. Estos que trabajan por la guerra, que hacen las
guerras, son malditos, son delincuentes. Una guerra se puede justificar – entre
comillas – con tantas, tantas razones. Pero cuando todo el mundo, como sucede
hoy, está en guerra, ¡todo el mundo!: es una guerra mundial – a pedazos: aquí,
allá, allá, por doquier… no hay justificación. Y Dios llora. Jesús llora”.
"Nos hará bien también a nosotros
pedir la gracia del llanto, por este mundo que no reconoce el camino de la paz.
Que vive para hacer la guerra, con el cinismo de decir que no hay que hacerla.
Pidamos la conversión del corazón. Precisamente en el umbral de este Jubileo de
la Misericordia, que nuestro júbilo, nuestra alegría sea la gracia para que el
mundo vuelva a encontrar la capacidad de llorar por sus crímenes, por lo que
hace con las guerras”
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