El Papa presidió la Misa en sufragio por los cardenales y obispos fallecidos durante
el último año. En un clima de gran solemnidad, tuvo la ceremonia
en la basílica de San Pedro.
En su homilía recordó a todos los
fallecidos y explicó que amaron a la Iglesia y fueron buenos servidores.
FRANCISCO
"Volvemos la vista atrás con
gratitud por estos sagrados ministros. Como indica la palabra, hace referencia
a la acción de administrar, de servir. Mientras pedimos aquí la recompensa para
ellos por ser "siervos buenos y fieles”, estamos llamados a renovar
nuestra elección de servir a la Iglesia”.
El Papa centró su homilía en cómo los cristianos afrontan la muerte. Dijo que
aunque pueda parecer un camino oscuro y angustioso, Cristo con su muerte y
resurrección abrió un camino nuevo.
FRANCISCO
"Este estilo de Dios, que nos
salva sirviéndonos y anonadándose, tiene mucho que enseñarnos. Nosotros
esperaríamos una victoria divina triunfante; Jesús, en cambio, nos muestra una
victoria humildísima. Levantado sobre la Cruz, deja que el mal y la muerte
caigan sobre Él, mientras sigue amando. Para nosotros es difícil aceptar esta
realidad. Es un misterio, pero el secreto de este misterio, de esta
extraordinaria humildad está por completo en la fuerza del amor”.
Añadió que gracias al sacrificio de
Cristo, las personas pueden afrontar la vida y la muerte de un modo distinto.
FRANCISCO
"Que sea suficiente para nuestra
vida la Pascua del Señor, para estar libres de los afanes de las cosas
efímeras, que pasan y se desvanecen en la nada. Que nos baste Él, en quien
están la vida, la salvación, la resurrección y la alegría. Entonces seremos siervos
según su corazón: no funcionarios que prestan servicio, sino hijos que dan la
vida por el mundo”.
Por último, dijo que aunque para el
mundo quien sirve parece un perdedor, en realidad, quien pierde su vida es
quien la encuentra.
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