Durante su encuentro con las
organizaciones que han regalado el gran pesebre navideño este año al Vaticano,
el Papa reflexionó sobre cómo contemplar estas obras.
FRANCISCO
"Os invito a deteneros ante el
pesebre, porque allí nos habla la ternura de Dios. Allí se contempla la
misericordia divina que se ha hecho carne, y que enternece nuestra
mirada”.
Para la Iglesia católica, los
pesebres no son simples objetos decorativos porque custodian un fuerte
mensaje.
FRANCISCO
"Jesús no se ha limitado a
encarnarse o a dedicarnos un poco de tiempo, sino que ha venido para compartir
nuestra vida, para acoger nuestros deseos. Porque ha querido, y sigue
queriendo, vivir aquí, junto a nosotros y por nosotros. Se interesa por nuestro
mundo, que en Navidad se ha convertido en su mundo. El pesebre nos recuerda
esto: Dios, por su gran misericordia, ha descendido hasta nosotros para
quedarse con nosotros”.
Francisco recuerda que las
representaciones del misterio de la Navidad son una propuesta sobre el estilo
de vida que deben tener los cristianos.
FRANCISCO
"El pesebre nos dice que Él nunca
se impone con la fuerza. Recordad bien esto, chicos y chicas: el Señor nunca se
impone con la fuerza. Para salvarnos no ha cambiado la historia con un milagro
grandioso. Ha venido con gran sencillez, humildad, mansedumbre. Dios no ama las
imponentes revoluciones de los potentes de la Historia y no utiliza la varita
mágica para cambiar las situaciones. Se hace pequeño, se hace niño, para
atraernos con amor, para tocar nuestros corazones con su humilde bondad; para
conmover con su pobreza a quienes se esfuerzan por acumular los falsos tesoros
de este mundo”.
Aunque lo normal es retirar el
pesebre cuando concluye la Navidad, la tradición del Vaticano es matenerlo casi
dos meses, hasta el día 2 de febrero, cuando se celebra la fiesta litúrgica de
la Presentación de Jesús en el Templo. Tiempo más que suficiente para meditar
sobre esta escena.
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