“Cuando ustedes ven que una nube se va levantando por el poniente, enseguida dicen que va a llover, y en efecto, llueve. Cuando el viento sopla del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer ahora?” (Lucas 12,54-55)
Las señales del tiempo. En griego se designa al tiempo de dos maneras: el «kronos», o sea, el
tiempo que transcurre minuto a minuto, día a día, y del cual podemos llevar un
control por medio del reloj, el calendario o la agenda; es el tiempo
cuantitativo, y es el que más determina nuestra vida. La otra expresión que se
refiere al tiempo es «kairós», que puede entenderse como una coyuntura especial
que sucede en el «kronos», pero que tiene la virtud de transformar la vida, de
darle dimensiones nuevas a la experiencia de la cotidianidad; el «kairós» no tiene
en cuenta el número de días o de años, sino cómo este instante, este día, este
año fue vivido, aprovechado o en qué medida nos hizo crecer.
Los hombres del campo y
del mar, mirando el color y la forma de las nubes y la dirección del viento,
tienen un arte especial, a veces mejor que los meteorólogos de profesión, para
conocer el tiempo que va a hacer. Estos esquemas le permiten anticipar el
tiempo venidero y prever las acciones necesarias por si hace calor o por si
llueve. Sin embargo, este conocimiento no se extiende más allá al conocimiento
de la realidad.
Pero los judíos de su
tiempo y nosotros ahora no tenemos vista
para "interpretar el tiempo presente" y reconocer en Jesús al Enviado
de Dios, a pesar de los signos milagrosos que hace. Jesús les llama
"hipócritas": porque sí que han visto, pero no quieren creer. Hay
algunos -¿nosotros mismos?- muy hábiles en algunas cosas y necios y ciegos para
las importantes. Espabilados para lo humano y obtusos para lo espiritual.
Nosotros ya reconocemos en
Jesús al Mesías. Pero seguimos, tal vez, sin reconocer su presencia en tantos
"signos de los tiempos" y en tantas personas y acontecimientos que
nos rodean, y que, si tuviéramos bien la vista de la fe, serían para nosotros
otras tantas voces de Dios. Por ejemplo, las ansias de libertad que tienen los
pueblos, la solidaridad con los más injustamente tratados, la defensa de los
valores ecológicos de la naturaleza, el respeto a los derechos humanos, la
revalorización de la mujer en la sociedad, entre otros.
El pueblo se debe
preocupar por descifrar y anticipar las seguirá siendo la eterna víctima de
circunstancias que otros previeron y decidieron. Cuando los problemas nos caen
encima, cuando nos encontramos con lo que ya es inevitable, entonces nos
acordamos de que había que haber puesto las soluciones. Son muchas cosas las
que dejamos pasar en nuestra vida. Las dejamos para el día siguiente, pensando
que siempre habrá tiempo disponible para...
A los que hacemos esto Jesús nos llama desde el más fuerte "hipócritas".
Nos sucede demasiadas veces que tenemos una visión excelente de lo que sucede a
otros o de cómo hay que arreglar las cosas, pero no tenemos valor para aceptar
y poner en práctica lo que tenemos que hacer con nuestras propias vidas.
Jesús nos recuerda que nos
hemos dejado dominar completamente por el «kronos». Somos libres y responsables para tomar aquí y ahora las riendas de nuestra
vida, tomar las decisiones oportunas y asumir sus consecuencias. ¿Para cuándo
vamos a dejar el tomarnos nuestra vida en serio? ¿Cuándo vamos a leer el
Evangelio sin miedo? ¿Cuándo nos vamos a reconciliar de verdad con Dios y con
nuestros hermanos? ¿Cuándo vamos a salir de nuestro cómodo cascarón y mirar los
nubarrones que se ciernen en nuestro horizonte?
Cuando Jesús se queja de
esta ceguera voluntaria, emplea la palabra "kairós" para designar
"el tiempo presente". Podríamos preguntarnos hoy si tenemos una
"visión cristiana" de la historia, de los tiempos, de los grandes
hechos de la humanidad y de la Iglesia, viendo en todo un "kairós",
una ocasión de crecimiento en nuestra fe. Por ejemplo en el acontecimiento,
sencillo, pero profundo y transformador del Año de la FE.
Fuentes: Mercaba
La Biblia de nuestro Pueblo
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