El Papa Francisco reiteró su clamor para acabar con el "escándalo" de la falta de alimentos para muchísimas personas en el mundo y exclamó en un mensaje dirigido a la humanidad: "¡Den de comer a los que tienen hambre!"
El Santo Padre hizo esta enérgica exhortación en una reciente entrevista hecha por el periodista italiano Andrea Tornielli del diario La Stampa, reflexionado sobre el hambre en el mundo: "con la comida que dejamos y tiramos podríamos dar de comer a muchísima gente. Si lográramos no desperdiciar, reciclar la comida, el hambre en el mundo disminuiría mucho".
"Me impresionó
leer una estadística que habla de 10 mil niños que mueren de hambre cada día en
el mundo. Hay muchos niños que lloran porque tienen hambre. El otro día, en la
audiencia del miércoles, atrás de una valla había una joven mamá con su niño de
pocos meses. Cuando pasé, el niño lloraba mucho. La mamá lo acariciaba. Le
dije: ‘Señora, creo que el pequeño tiene hambre’. Ella respondió: ‘Sí, ya es
hora…’. Y le dije: "¡Pero dele de comer, por favor!’".
"Ella tenía
pudor, no quería amamantarlo en público, mientras pasaba el Papa. Entonces
quisiera decir lo mismo a la humanidad: ¡den de comer! Esa mujer tenía la leche
para su niño, en el mundo tenemos suficiente comida para que coman todos. Si
trabajáramos con las organizaciones humanitarias y lográramos ponernos todos de
acuerdo para no desperdiciar comida, mandándola a los que la necesitan, contribuiríamos
mucho para resolver la tragedia del hambre en el mundo".
"Quisiera repetir
a la humanidad lo que dije a aquella mamá: ¡den de comer a los que tienen
hambre! Que la esperanza y la ternura de la Navidad del Señor nos sacudan de la
indiferencia".
Sufrimiento inocente
El Papa luego se
refiere al sufrimiento inocente y comenta que "para mí, Dostoyevski ha
sido un maestro de vida, y su pregunta,
explícita e implícita, siempre ha rondado mi corazón: ¿por qué sufren los
niños? No hay explicación".
"Me viene esta
imagen: en cierto momento de su vida, el niño se "despierta"; no
entiende muchas cosas, se siente amenazado, empieza a hacer preguntas a su papá
o a su mamá. Es la edad del "por qué".
"Pero cuando el
hijo pregunta, luego no escucha todo lo que le tienes que decir y te acorrala
con nuevos ‘por qué’. Lo que busca, más que una explicación, es la mirada del
papá que le da seguridad. Frente a un niño que sufre, la única oración que me
viene es la oración del ‘por qué’. ¿Señor, por qué? Él no me explica nada, pero
siento que está viéndome. Entonces puedo decir: ‘Tú sabes por qué, yo no lo sé
y Tú no me lo dices, pero me ves y yo confío en Ti, Señor, confío en tu
mirada’".
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