miércoles, 3 de junio de 2015

Papa en Santa Marta: Los hombres no pueden salvarse a sí mismos




En su homilía en Casa Santa Marta el Papa explicó que gracias a Jesucristo, despreciado por los hombres, Dios fue capaz de salvar a la humanidad.

FRANCISCO
"Esta historia, que comienza con un sueño de amor, y que parece ser una historia de amor, pero luego parece terminar en una historia de fracasos, acaba con el gran amor de Dios, que del desecho saca la Salvación; de su Hijo desechado, nos salva a todos”.

Francisco añadió que aunque el camino de la Redención parece lleno de fracasos, en realidad, es un camino de amor. Además pidió a los cristianos que no expulsen a Jesús de sus vidas creyendo que pueden salvarse a sí mismos.

EXTRACTOS DE LA HOMILÍA DEL PAPA
(Fuente: Radio Vaticana)

«Los profetas, los hombres de Dios que hablaron al pueblo, que no han sido escuchados, que han sido desechados, serán su gloria. El Hijo, el último enviado, que ha sido desechado, juzgado, no escuchado y matado, se ha vuelto la piedra angular. Esta historia, que comienza con un sueño de amor, y que parece ser una historia de amor, pero luego parece terminar en una historia de fracasos, acaba con el gran amor de Dios, que del desecho saca la salvación; de su Hijo desechado, nos salva a todos».


«El camino de nuestra redención es un camino de tantos fracasos. También el último, el de la cruz, es un escándalo. Pero, precisamente allí, el amor vence. Y esa historia que comienza con un sueño de amor y sigue con una historia de fracasos, acaba en la victoria del amor: la cruz de Jesús. No debemos olvidar este camino, es un camino difícil ¡también el nuestro! Si cada uno de nosotros hace un examen de conciencia, verá cuántas veces, cuántas veces ha echado a los profetas. Cuántas veces le ha dicho a Jesús: ‘vete’, cuántas veces se ha querido salvar a sí mismo, cuántas veces hemos pensado que nosotros éramos los justos».



«Nos hará bien hacer memoria, memoria de esta historia de amor, que parece un fracaso, pero al fin vence. Es la historia de hacer memoria en la historia de nuestra vida, esa semilla de amor que Dios ha sembrado en nosotros y de cómo ha ido. Y hacer lo mismo que ha hecho Jesús en nombre nuestro: se humilló».

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