En su homilía en Casa Santa Marta, el Papa habló sobre la
armonía en la Iglesia y los dos males que pueden acabar con ella.
FRANCISCO
"Y cuantas veces en nuestras instituciones, por
ejemplo, en la Iglesia, en las parroquias, en los colegios, encontramos esto,
¿no? La rivalidad, el hacerse notar, la vanagloria. Dos gusanos que devoran la
solidez de la Iglesia, la debilitan. La rivalidad y la vanagloria van en contra
de esta armonía, de esta concordia".
Dijo que un obispo debe poner su alegría en el servicio a
los demás. Añadió que Jesús quiere que haya caridad y concordia en la Iglesia
aunque haya diferentes opiniones.
RESUMEN DE LA HOMILIA
(Fuente: Radio Vaticana)
"Y cuantas veces en nuestras instituciones, por
ejemplo, en la Iglesia, en las parroquias, en los colegios, encontramos esto,
¿no? La rivalidad, el hacerse notar, la vanagloria. Dos gusanos que devoran la
solidez de la Iglesia, la debilitan. La rivalidad y la vanagloria van en contra
de esta armonía, de esta concordia. En vez de rivalidad y vanagloria, ¿qué cosa
aconseja Pablo? ‘Pero cada uno de ustedes, con toda humildad’ – ¿qué cosa se
debe hacer con humildad? – ‘considerar a los otros superiores a si mismo’. Él
sentía esto, ¿eh? Él se califica ‘no digno de ser llamado apóstol’, el último.
También se humilla fuertemente ahí. Este era su sentimiento: pensar que los
otros eran superiores a él”.
"Buscar el bien del otro. Servir a los demás. Pero esto
es la alegría de un obispo, cuando ve en su Iglesia así: un mismo sentir, la
misma caridad, permaneciendo unánimes y concordes. Este es el ambiente que
Jesús quiere en la Iglesia. Si pueden tener diversas opiniones, está bien, pero
siempre dentro de este ambiente, de esta atmósfera de unidad, caridad, sin
despreciar a ninguno”.
"Es feo, cuando en las instituciones de la Iglesia, de
una diócesis, encontramos en las parroquias gente que busca su propio interés,
no el servicio, no el amor. Y esto es lo que Jesús nos dice en el Evangelio: no
buscar el propio interés, no caminar por el camino del contracambio, ¿eh? ‘Pero
sí, yo te he hecho este favor, pero tú no me haces esto’. Y, con esta parábola,
de invitar a cena a aquellos que no pueden contracambiar nada. Es la gratuidad.
Cuando en una Iglesia hay armonía, hay unidad, no se busca el propio interés,
existe esta actitud de gratuidad. Yo hago el bien, no hago un negocio con el
bien”.
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