«Cuando en una ciudad los pobres y los débiles son asistidos,
ayudados y socorridos para promoverse en la sociedad, ellos se presentan como
un tesoro para la Iglesia y un tesoro en la sociedad. Pero, cuando una sociedad
ignora a los pobres, los persigue, los criminaliza, los obliga a ‘mafiarse’,
esa sociedad se empobrece hasta la miseria, pierde la libertad y prefiere ‘el
ajo y las cebollas’ de la esclavitud, de la esclavitud de su egoísmo, de la
esclavitud de su pusilanimidad y esa sociedad deja de ser cristiana».
En la celebración de las vísperas de la Solemnidad de María
Santísima Madre de Dios, durante el último día del año y el canto del Te Deum,
Francisco nos invita a hacer un examen de conciencia.
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