Argumentos
Bíblicos
San Pablo en su carta a los gálatas dice de Jesucristo:
"nacido de mujer, nacido bajo la ley", para indicarnos que como
hombre Dios necesariamente ha tenido que tener una madre. Se reserva un lugar
particular a la «mujer» que es la Madre de aquel, al cual el Padre ha confiado
la obra de la salvación, «ella misma es insinuada proféticamente en la promesa
dada a nuestros primeros padres caídos en pecado», según el libro del Génesis
(cf. 3, 15). «Así también, ella es la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo
cuyo nombre será Emmanuel», según las palabras de Isaías (cf. 7, 14) (20) De
este modo el Antiguo Testamento prepara aquella «plenitud de los tiempos», en
que Dios «envió a su Hijo, nacido de mujer, ... para que recibiéramos la
filiación adoptiva». La venida del Hijo de Dios al mundo es el acontecimiento
narrado en los primeros capítulos de los Evangelios según Lucas y Mateo.
María es introducida definitivamente en el misterio de
Cristo a través de este acontecimiento: la anunciación del ángel. Acontece en
Nazaret, en circunstancias concretas de la historia de Israel, el primer pueblo
destinatario de las promesas de Dios. El mensajero divino dice a la Virgen:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28). María «se
conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo» (Lc 1,
29). Qué significarían aquellas extraordinarias palabras y, en concreto, la
expresión «llena de gracia» (Kejaritoméne).
La Anunciación es la revelación del misterio de la
Encarnación al comienzo mismo de su cumplimiento en la tierra. María es «llena
de gracia», porque la Encarnación del Verbo, la unión del Hijo de Dios con la
naturaleza humana, se realiza y cumple precisamente en ella. Si, después del
anuncio del mensajero celestial, la Virgen de Nazaret es llamada también
«bendita entre las mujeres» (cf. Lc 1, 42), esto se explica por aquella
bendición de la que «Dios Padre» nos ha colmado «en los cielos, en Cristo». Sin
embargo, esta bendición se refiere a María de modo especial y excepcional; en
efecto, fue saludada por Isabel como «bendita entre las mujeres».
La razón de este doble saludo es, pues, que en el alma de
esta «hija de Sión» se ha manifestado, en cierto sentido, toda la «gloria de su
gracia», aquella con la que el Padre «nos agració en el Amado». El mensajero
saluda, en efecto, a María como «llena de gracia»; la llama así, como si éste
fuera su verdadero nombre. No llama a su interlocutora con el nombre que le es
propio en el registro civil: «Miryam» (María), sino con este nombre nuevo: «llena
de gracia». ¿Qué significa este nombre? ¿Por qué el arcángel llama así a la
Virgen de Nazaret?
En el lenguaje de la
Biblia «gracia» significa un don especial que, según el Nuevo Testamento, tiene
la propia fuente en la vida trinitaria de Dios mismo, de Dios que es amor (cf.
1 Jn 4), Cuando leemos que el mensajero dice a María «llena de gracia», el
contexto evangélico, en el que, en ella confluyen revelaciones y promesas
antiguas, nos da a entender que se trata de una bendición singular entre todas
las «bendiciones espirituales en Cristo».
En el misterio de
Cristo, María está presente ya «antes de la creación del mundo» como aquella
que el Padre «ha elegido» como Madre de su Hijo en la Encarnación, y junto con
el Padre la ha elegido el Hijo, confiándola eternamente al Espíritu de
santidad. María está unida a Cristo de un modo totalmente especial y
excepcional, e igualmente es amada en este «Amado» eternamente, en este Hijo
consubstancial al Padre, en el que se concentra toda «la gloria de la gracia».
A la vez, ella está y sigue abierta perfectamente a este «don de lo alto» (cf.
St 1, 17). Como enseña el Concilio, María «sobresale entre los humildes y
pobres del Señor, que de Él esperan con confianza la salvación».
Si el saludo y el nombre «llena de gracia» significan todo
esto, en el contexto del anuncio del ángel se refieren ante todo a la elección
de María como Madre del Hijo de Dios. Pero, al mismo tiempo, la plenitud de
gracia indica la dádiva sobrenatural, de la que se beneficia María porque ha
sido elegida y destinada a ser Madre de Cristo. Si esta elección es fundamental
para el cumplimiento de los designios salvíficos de Dios respecto a la
humanidad, si la elección eterna en Cristo y la destinación a la dignidad de
hijos adoptivos se refieren a todos los hombres, la elección de María es del
todo excepcional y única. De aquí, la singularidad y unicidad de su lugar en el
misterio de Cristo.
El mensajero divino le dice: «No temas, María, porque has
hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un
Hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del
Altísimo» (Lc 1, 30-32). Y cuando la Virgen, turbada por aquel saludo
extraordinario, pregunta: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?», recibe
del ángel la confirmación y la explicación de las palabras precedentes. Gabriel
le dice: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá
con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de
Dios» (Lc 1, 35).
Argumentos humanos
En el diccionario encontramos que "madre" es la
mujer que engendra. Se dice que es madre del que ella engendró. Si aceptamos
que María es madre de Jesús y que El es Dios, entonces María es Madre de Dios.
No se debe confundir
entre el tiempo y la eternidad. María, obviamente, no fue madre del Hijo
eternamente. Ella comienza a ser Madre de Dios cuando el Hijo Eterno quiso
entrar en el tiempo y hacerse hombre como nosotros. Dios se hizo hombre sin
dejar de ser Dios, por ende María es madre de Jesús, Dios y hombre verdadero.
Entonces, María es Madre de Dios, no porque lo haya
engendrado en la eternidad sino porque lo engendró hace 2011 años en la
Encarnación. Dios no necesitaba una madre pero la quiso tener para acercarse a
nosotros con infinito amor. Dios es el único que pudo escoger a su madre y,
para consternación de algunos y gozo de otros, escogió a la Santísima Virgen
María quién es y será siempre la Madre de Dios. Cuando la Virgen María visitó a
su prima Isabel, esta, movida por el Espíritu Santo le llamó "Madre de mi
Señor". El Señor a quien se refiere no puede ser otro sino Dios. (Cf.
Lucas 1, 39-45).
La verdad de que María es Madre de Dios. (Theotokos) es
parte de la fe de todos los cristianos ortodoxos (de doctrina recta). Fue
proclamada dogmáticamente en el Concilio de Éfeso, en el año 431 y es el primer
dogma Mariano. No ahora, ni hace mil años sino, en el año 431. "Desde un
comienzo la Iglesia enseña que en Cristo hay una sola persona, la segunda
persona de la Santísima Trinidad. María no es solo madre de la naturaleza, del
cuerpo pero también de la persona quien es Dios desde toda la eternidad. Cuando
María dio a luz a Jesús, dio a luz en el tiempo a quien desde toda la eternidad
era Dios. Así como toda madre humana, no es solamente madre del cuerpo humano
sino de la persona, así María dio a luz a una persona, Jesucristo, quien es
ambos Dios y hombre, entonces Ella es la Madre de Dios" -Concilio de
Éfeso.
Más tarde también fue proclamada y profundizada por otros
concilios universales, como el de Calcedonia (451) y el segundo de
Constantinopla (553). En el siglo XIV se introduce en el Ave María la segunda
parte donde dice: "Santa María Madre de Dios" Siglo XVIII, se
extiende su rezo oficial a toda la Iglesia. El Papa Pío XI reafirmó el dogma en
la Encíclica Lux Veritatis (1931).
María por ser Madre de Dios transciende en dignidad a todas
las criaturas, hombres y ángeles, ya que la dignidad de la criatura está en su
cercanía con Dios. Y María es la más cercana a la Trinidad. Madre del Hijo,
Hija del Padre y Esposa del Espíritu. "El Conocimiento de la verdadera
doctrina católica sobre María, será siempre la llave exacta de la comprensión
del misterio de Cristo y de la Iglesia"
¿Quién ha oído
jamás decir que le esté prohibido al constructor habitar en el mismo templo que
él ha construido?
“Y la Madre de
Dios es mía, porque Cristo es mío” (S. Juan de la Cruz)
Fuentes: Carta
Encíclica Redemptoris Mater del sumo pontífice Juan Pablo II
Corazones.org
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