La última parada del Papa Francisco en Ecuador fue la
entrañable visita al Santuario de la Virgen de El Quinche.
El pueblo ecuatoriano apuró las últimas horas del Papa en su tierra
saliendo a las calles para saludarlo con entusiasmo. Tanto es así que el
papa móvil llegó a las puertas del santuario cubierto por una capa de pétalos.
Francisco entró en el santuario
llevando consigo este ramo de flores que dejó ante los pies de la patrona del país, junto con un rosario y una caricia. Tenía que
hablar ante cientos de religiosos, religiosas,
sacerdotes y seminaristas y comenzó por decirles que el pueblo
ecuatoriano le había sorprendido mucho porque era... un pueblo extraño.
FRANCISCO
"En estos dos días, 48 horas que
estuve en contacto con ustedes noté que había algo raro, perdón, algo raro en
el pueblo ecuatoriano. Todos los lugares donde voy siempre el recibimiento es
alegre, contento, cordial, religioso, piadoso, en todos lados”.
El Papa les confesó que sólo había
una explicación posible y que la respuesta le llegó mientras rezaba.
FRANCISCO
"Pienso que se lo debo decir como
un mensaje de Jesús. Todo esto de riqueza que tienen ustedes, de riqueza
espiritual, de piedad vienen de haber tenido la valentía, porque fueron
momentos muy difíciles, la valentía de consagrar la nación al corazón de
Cristo”.
Y de consagrarse años después al corazón de María.
A partir de ahí el Papa decidió
cambiar de planes e improvisar lo que terminó siendo uno de sus mejores discursos en Ecuador. Un discurso dedicado
a explicar dos aspectos clave de la vida de un religioso. El primero de ellos
la gratuidad.
FRANCISCO
"Ustedes no pagaron entrada para
entrar al seminario, para entrar en la vida religiosa. No se lo merecieron. Si
algún religioso, sacerdote o seminarista o monja que hay aquí cree que se lo
mereció que levante la mano. Todo gratuito. Y toda la vida de un religioso,
religiosa, de un sacerdote y de un seminarista que va por ese camino y bueno,
ya que estamos, digamos, y de los obispos, tiene que ir por este camino de la
gratuidad. Volver todos los días: Señor, hoy hice esto, me salió bien esto,
tuve esta dificultad pero todo viene de Vos”.
El segundo aspecto clave que explicó
sobre la vida religiosa fue advertirles contra una enfermedad: la de creerse importantes.
FRANCISCO
"No caigan en el alzheimer
espiritual. No pierdan la memoria. Sobre todo la memoria de donde me sacaron. Y
es muy triste cuando uno ve a un sacerdote, a un consagrado, una consagrada,
que en su casa hablaba el dialecto o hablaba otra lengua una de esas nobles
lenguas antiguas que tienen los pueblos. ¿Ecuador cuántas tiene? Y es muy
triste cuando se olvidan de la lengua, es muy triste cuando no la quieren
hablar, eso significa que se olvidaron de donde los sacaron. ”.
Concluyó recordando que hay que dar gratis lo que gratis se recibió, porque su
misión es la de servir, servir aunque a veces cueste.
FRANCISCO
"No que tengo mi tiempo, que tengo
mis cosas, que tengo esto, que no, que ya, que cierro el despacho, que tendría
que ir a bendecir las casas pero estoy cansado, hoy pasan una telenovela linda
por televisión, para las monjitas. Y entonces servicio, servir, servir, y no
hacer otra cosa”.
De esta forma Francisco concluyó su último encuentro en Ecuador. Desde el santuario partió
en dirección al aeropuerto donde lo esperaba el presidente y desde donde partió
a la segunda etapa de su viaje: Bolivia.
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