Están llamados a entregar sus vidas,
a Dios y al servicio de la Iglesia. Muchos recorren un largo camino hasta
responder a la llamada al sacerdocio. Otros se
deciden antes. Un reciente estudio demuestra que, para los jóvenes, el ejemplo
de sus párrocos es fundamental.
JAMES
Seminarista
"Después de misa, me marchaba ya a
casa cuando el padre Morgan me llamó. En cuatro años no había hablado nada con
él sobre la vocación y me preguntó si quería ser sacerdote”.
James sintió la llamada
al sacerdocio siendo niño. Para Jeff el ejemplo
de un sacerdote que sufría una enfermedad terminal, le inspiró al sacerdocio.
JEFF
Seminarista
"Abrazó esta Cruz con alegría
mientras estaba sufriendo la enfermedad. Ofreció su enfermedad por las personas
de su parroquia y por amor a Cristo”.
Andrew escuchó la llamada
más tarde, después de haber pasado un tiempo comovoluntario y catequista de jóvenes.
ANDREW
Seminarista
"Cuando fui a la universidad no
quería ser sacerdote. Cuando terminé tampoco quería serlo. Después de ser
voluntario durante un par de años, de pronto, respondí a la llamada”.
Este año serán ordenados sacerdotes unos 595 seminaristas norteamericanos.El
número ha aumentado en sólo un año un 25 por ciento según el Center for Applied Research, un organismo que publica
estadísticas sobre la Iglesia desde 1964.
P. PETER ARMENIO
ORIG ENGLISH
"Los seminaristas de hoy en día
vienen bien preparados desde el punto de vista espiritual, en cuanto a virtudes
humanas, concepción del trabajo”.
De acuerdo con el estudio, además de
la influencia del párroco, es fundamental laeducación en la familia, en la escuela o en otros ámbitos católicos.
Daniel tenía el sueño de trabajar en
Hollywood pero, esa meta no llenaba su vida.
DANIEL
Seminarista
"El éxito que podría tener en la
industria de Hollywood sería sólo para mí. Me di cuenta de que quería ir más
allá, entregarme a mí mismo”.
Aunque las vocaciones aumentan, los
desafíos siguen siendo grandes. En Estados Unidos una
de cada cinco parroquias no cuenta con párroco. Los obispos estadounidenses
esperan que la visita del Papa en
septiembre impulse una primavera de vocaciones entre los más jóvenes.
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